jueves, 21 de junio de 2007

¿La clásica popular o la popular clásica?II

Queridos amigos…

Después de este fin de semana especial que todos hemos compartido, de una manera u otra, con nuestros padres o su recuerdo, tal vez descansando, tal vez engripados… o con mucho frío… les hago llegar algo para leer que sigue nutriendo la temática del mes en relación a los aportes de la música popular al género clásico y, a su vez, la realimentación de ésta última por medio de elementos surgidos de lo folklórico ó étnico.
En este sentido podemos mencionar al nacionalismo musical como una propuesta del romanticismo para volver a las fuentes de la cultura campesina, como una manera de insuflar aire fresco a la civilización europea del S. XIX, internacional y racionalista. Elementos como la aparición de la técnica de grabación del sonido y de la voz, invento patentado en 1877 por Tomás Alva Edison en EEUU apoyaron la tendencia a recuperar sonidos surgidos desde lo étnico. En 1905 comienzan sus investigaciones en Hungría Zoltán Kodály y Béla Bartók. Ellos recogían los cantos, música instrumental y danzas de los campesinos magiares para transcribirlas e investigarlas. Bartók extendió sus estudios a las músicas de rumanos, rutenos, eslovacos, búlgaros y turcos. Recorrieron durante años distintas zonas, llevando a Bartók a convertirse en el paradigma del folclorólogo, en el modelo para todo estudioso de fuentes sonoras vivas.
Bartók abordó todos los géneros. Obras para piano, algunas con fines didácticos, ópera, ballet, obras para orquesta, música de cámara, canciones, coros, transcripciones de material folklórico y gran cantidad de libros y artículos. También Kodály colaboró a crear la escuela hùngara moderna de composición sobre la bases de los cantos espontáneos de los campesinos. Fue el mismo quien advirtió a Bartók acerca de la fecundidad del canto popular. El folklore es la esencia de la producción de Kodály, distribuida en obras escénicas, religiosas, corales, orquestales, de cámara y recopilaciones y estudios musicológicos. Su producción coral se ubica entre las grandes maravillas de ese repertorio dentro del siglo XX. Leos Janácek, se ubicaría dentro de Moravia, en la misma ruta cientificista de Bartók y Kodály.
Hubo compositores que se apoyaron en estudios realizados por otros o bien trabajaron sin tener ante sí la necesidad de un fundamento cientìfico. Por ejemplo Joaquín Turina y Manuel de Falla en España, Ralph Vaughan Williams en Inglaterra, Ernst Bloch en Suiza, Georges Enesco, en Rumania, Heitor Villa-Lobos en Brasil, Carlos Chávez en México, Alberto Ginastera en Argentina. Manuel de Falla logró obras de gran belleza y maestría incluyendo elementos folklóricos españoles e influyó en la música argentina, ya que él vivió en nuestro país a partir de 1939 y hasta su muerte.
Se puede mencionar también a Joaquín Turina, Joaquín Rodrigo, éste último tan popularizado por su “Concierto de Aranjuez”. Federico Mompou, catalán, Scriabin en Francia, Xavier Montsalvatge quien funde las influencias catalanas y castellanas en su música, al mismo tiempo que incorpora ritmos indígenas antillanos.
En Inglaterra surge, después de Elgar, una generación de compositores que expresaron el alma de la nación. Ralph Vaughan Williams visitó aldeas de Norfolk y recogió melodías tradicionales. De la misma manera que en España, también en Inglaterra debía surgir música del sincretismo de melodías folklóricas con el gran arte del pasado. Gustv Holst, sueco, John Ireland, Arnold Bax, Arthur Bliss, Arthur Benjamin , William Walton, ingleses.
Un poco después, Benjamin Britten, el más importante mùsico inglés del S XX.
En Latinoamérica, Brasil motivó a Heitor Villa-Lobos a emplear audazmente la temática folklórica. Músico de enorme producción, exuberante y creativo. Fue influenciado por Johann S. Bach por cuanto consideraba que su música obedecía a raíces supranacionales y era atemporal. Con esa convicción creó sus célebres “Bachianas” para diversos medios instrumentales.
Carlos Chávez, en México, creador de orquestas, academias de investigación musicológicas, y con una rica producción, busco alejar el arte de su país de la imitación foránea y acercarla fuertemente a sus raíces indígenas. Estaba convencido de que “la música primitiva no es tan primitiva; en realidad es antigua, y por lo tanto, refinada”.
En nuestro paìs, Alberto Ginastera asumió la representatividad del nacionalismo musical argentino, el cual ya se había afirmado a través de compositores anteriores. Ginastera imprimió un aire renovador en el nacionalismo a través de un armonía politonal, con utilización de danzas, en especial el malambo, que es danza masculina, y de una orquestación que ya fue brillante e imaginativa desde sus primeras obras. Ha sido el músico de mayor proyección internacional que surgido en el país.
Y así, vamos entendiendo un poco más esta interesante relación entre estos dos géneros, aunque nos sigamos formulando preguntas, y está bien que así sea, ya que es el primer paso para el descubrimiento y el aprendizaje.
De la misma manera podemos preguntarnos cómo integramos nosotros a la música clásica en nuestra vida cotidiana, tan impregnada de hábitos, costumbres, creencias y rutina. Y de qué manera, estas mismos elementos van gestando nuevas formas musicales que, si llegan a ser representativas de una región, ciudad o generación, van siendo incorporadas en algún momento a la música clásica. Cada estilo tiene características definidas pero es necesario reconocer que, en algunos casos, estos límites comienzan a adelgazarse y volverse sutiles. Es el caso, por ejemplo, de la música de películas.
La música clásica, en líneas generales, hace referencia, a través de su complejidad y armonía, a lo esencial y atemporal del ser humano, que, justamente por ese motivo, es universal, es decir, común a todos. La música popular representa al ser humano cotidiano, a través de obras de corta duración, como canciones, o partes instrumentales, que no presentan en líneas generales gran complejidad, aunque sí muchas veces gran exresividad y contenidos emocionales, según la música de que se trate. Refleja lo inmediato, aunque podemos considerar que allí también se encuentra la semilla de lo esencial.
Nos acercamos al último encuentro del mes de junio, y esta vez será un concierto especial !!! en el cual disfrutaremos de un pianista de nivel internacional, a realizarse en el Salón Dorado de la Casa de la Cultura…, hermoso lugar que representa toda una época en la historia de la arquitectura y que fuera sede del Diario La Prensa durante mucho tiempo. Y, como “broche”, un concierto el día lunes 25, de música polaca y húngara.

miércoles, 13 de junio de 2007

Queridos amigos…

El domingo pasado hemos compartido un lindo concierto en el Museo Nacional de Bellas Artes y, aunque el programa fue cambiado a último momento, no dejó de mostrar a talentos jóvenes, como es el caso de los integrantes de la Orquesta Sinfónica de Hurlingham a cargo del Maestro Roberto Flores. Vivaldi, Mozart y Schubert fueron los invitados en esta ocasión.

Como mencioné recién, el objetivo de escuchar este concierto tenía que ver con la inclusión de elementos étnicos o folkóricos ó populares en la música, pero debido al cambio de programación, la única obra que se conservó de lo que estaba previsto fue la Obertura de Don Giovanni, de Mozart.

De todos modos, siempre podemos rescatar “algo” de lo popular, o, al menos con referencia a la época en la cual les tocó vivir a estos compositores y que, de alguna manera, impactaron en sus composiciones. En el caso de Antonio Vivaldi, italiano, del temprano barroco, cuya música está impregnada de “formas”, tal vez no tanto de profundidades, y, sin embargo representativa del espíritu festivo de su país natal. Escuchamos el Concierto para Flauta en Re Mayor “Il gardellino”, con una muy buena interpretación a cargo del solista, en donde pudimos observar la alternancia entre la orquesta y el solista, habitual en los conciertos de esta época y que formó parte de la “evolución” de la forma “concierto”. En realidad lo que hoy llamamos orquesta no era tal en aquella época, sino más bien un conjunto instrumental.
Luego y ya con el agregado de varios integrantes más, la orquesta interpretó la Obertura de Don Giovanni, de Wofgang A. Mozart. Esta obra fue compuesta el año que falleció su padre, Leopold. Es una recreación de la leyenda de Don Juan y en la ópera de Mozart aparecen también algunos elementos “subversivos” con respecto a la vida cortesana de aquellos tiempos, porque el compositor muestra el donjuanismo como algo adoptado por la aristocracia. Por otro lado, se marca especialmente la condena a tal actitud en la presencia del “Comendador, o Convidado de Piedra”, figura temeraria y cuyo tema aparece al comienzo de la Obertura a través de imponentes acordes. Es interesante saber que esta Obertura no fue ensayada antes del estreno, y fue compuesta el día anterior… y aquí podríamos volver al tema de la improvisación… y hacernos algunas preguntas al respecto.
La última parte fue dedicada a Franz Schubert con su Sinfonía Nro. 1. Y aquí pudimos apreciar música del período romántico, con su expresividad altisonante, y sin embargo, en el caso de Schubert, bastante moderada. Recordemos que este compositor se destacó como improvisador, y por eso compuso piezas como los Impromptus, cuyas formas eran variables. Compuso abundante cantidad de música de danza, en forma de valses, länder (especie de vals), escocesas y otros tipos y este también es un aporte de lo popular que él supo incluir en sus obras.
De todos modos, no podemos considerar que estos compositores hayan sido los mejores exponentes del entrecruzamiento de estos dos estilos.
Volviendo a este punto, justamente… nos faltaba incluir algo en la temática de este mes del Café Musical y es el contacto con el jazz. En el período comprendido entre la Primera y Segunda Guerra Mundial, el jazz asciende a una posición sobresaliente en la música. Erik Satie, Stravinsky, Milhaud, Ravel, Hindemith y Weill incorporaron ritmos relacionados con el jazz en sus obras.
Se destacó George Gershwin, que aun sigue deleitándonos con el jazz sinfónico de su “Rapsodia en azul”, con su única ópera “Porgy and Bess” y con tantas canciones que marcaron toda una época.
Compositores que mucho hicieron por el prestigio de la música de EEUU fueron Roger Sessions, Roy Harris y Aaron Copland.
Copland se había propuesto reflejar “las reacciones más profundas de la con-
ciencia norteamericana” y en esa búsqueda dio obras directas, llamadas a perdurar como reflejo del mundo rural de su país. Más adelante, se inclinó por las técnicas seriales de la dodecafonía.
El jazz tiene importantísimos elementos étnicos, particularmente de la raza negra, y fue incorporado a la cultura norteamericana en principio. Con su acento puesto en el ritmo, lo cual es central en la música de origen negro, dada su relación con la tierra y lo tribal. Asimismo el canto es sumamente expresivo, dada su relación con esa cultura, y las voces tienen habitualmente registros amplios, es decir, que pueden emitir notas graves y también agudas.
Estos son algunos de los elementos aportados por el jazz a la música clásica. Los otros pueden ser descubiertos por nosotros a través de los siguientes encuentros del Café Musical, en los que, de todas maneras, no nos olvidaremos de otros aportes del género popular.
Ahora, algo en relación a la improvisación, escrito por Stephen Nachmanovitch, en su libro “Free-play, la improvisación en la vida y en el arte”…
“La improvisación es la intuición en acción, una forma de descubrir la musa y aprender a responder a su llamado. Aunque trabajemos en forma muy estructurada, composicional, comenzamos con ese proceso siempre sorprendente en que no tenemos nada que ganar y nada que perder. Los chorros de intuición consisten en un ràpido flujo de elección, elección, elección. Cuando improvisamos con toda el alma, navegando por esa corriente, las elecciones y las imágenes se abren entre sí con tanta rapidez que no tenemos tiempo de asustarnos ni de retroceder ante lo que la intuición nos dice. Toda la esencia de traer el arte a la vida es aprender a escuchar esa voz que nos guía. Abrir el estuche del violín y tomar el instrumento es, para mí, un acto que marca un contexto, un claro mensaje a mí mismo: “Ahora es el momento de responder a esa voz”. Como ese mismo momento está tan marcado, es fácil de sintonizar. El desafío mucho más grande es llevar esa cognición poética a la vida cotidiana.
Encontrar la voz del corazón, ésa es la aventura que está en la médula de este libro. A eso se dedican todos los artistas; a una búsqueda de toda la vida. No a una búsqueda de visión, porque la visión nos rodea a todos, sino a la búsqueda de nuestra propia voz.”

miércoles, 6 de junio de 2007

¿La clásica popular o la popular clásica?II

Queridos amigos…

El sábado pasado hemos compartido un lindísimo concierto de música medieval a cargo de un grupo especializado. Logramos hacer un viaje en el tiempo y ubicarnos a través de las narraciones en castellano antiguo, las canciones, los sonidos y el vestuario, en una época que significó el oscurantismo en algún sentido. Epocas de pestes incontrolables, de pobreza, de feudalismo por un lado, de expansión del cristianismo por el otro y también de convivencia entre culturas, como sucedió en la España de aquella época.

Este fue el escenario del concierto del sábado: España consolidando su cultura a través de los aportes celtas, hebreos, árabes y gitanos. Los sonidos delicados de sus instrumentos y las voces, casi blancas, lograban crear un ambiente muy natural, lejos de cualquier micrófono o amplificación. Apreciamos motetes, conductus y piezas populares en las cuales se alternaban el castellano antiguo con el latín, según se tratara de temas populares o religiosos, en una época en la cual la transmisión de la cultura era oral. Las narraciones de historias sobre la Virgen María enriquecidas por la imaginería popular, las canciones de amor judías que relataban historias en las tierras españolas, que ellos llamaron “Sefarad”, los acompañamientos rítmicos a cargo de instrumentos de percusión de origen árabe y las voces frescas y no por eso menos trabajadas fueron los contenidos de esta encantadora muestra de un estilo poco escuchado en general. Y, desde ya, la imponencia de los sonidos de la gaita, instrumento compartido por la cultura celta en general en todas sus ramas.

La música de este período fue nutrida por las composiciones de tipo religioso de los monasterios escritas para las liturgias y las surgidas del pueblo que incluían la danza, el canto y el acompañamiento a través de instrumentos con sonidos de baja o mediana altura, porque, recordemos que en esos tiempos, no existía el intérprete y el público, y tampoco existían multitudes escuchando.

La música medieval, con las improvisaciones de goliardos y juglares que viajaban de pueblo en pueblo narrando epopeyas o cantando canciones poéticas, y con los aportes del canto gregoriano y la música instrumental de los monasterios, iría gestando la polifonía y con ella, la creciente complejidad en las composiciones que darían lugar luego al Renacimiento con todo lo que significó en la historia del hombre.

MUSICA MEDIEVAL
La música medieval comprende toda la música europea compuesta durante la Edad Media.. Esta etapa comienza con la caída del Imperio Romano en 476 y finaliza aproximadamente hacia mediados del S X (1473). Pese a que el fin de la época medieval y el comienzo del Renacimiento es un límite claramente arbitrario y difuso, lo consideraremos situado hacia 1400.
La única música medieval que puede ser estudiada es aquella que fue escrita y ha sobrevivido. Dado que la creación de manuscritos musicales era muy cara, debido al costo del pergamino, y la buena cantidad de tiempo necesario para escribir toda una copia, sólo las instituciones muy acaudaladas pudieron producir manuscritos que han sobrevivido hasta la actualidad. Entre esas instituciones generalmente están la iglesia y las instituciones eclesiásticas como monasterios, si bien algunas obras seculares también se conservaron en esas instituciones. Estas tradiciones manuscritas no reflejan mucho de la música popular de aquella era. La tendencia general en los manuscritos de música medieval es hacia la complejidad en la armonía, el ritmo, el texto y la orquestación. Al comienzo de aquella época, la música era monofónica y homorritmia en la que aparece un texto cantado al unísono y sin acompañamiento instrumental escrito. En la notación medieval antigua, el ritmo no puede ser especificado, si bien la notación neumática pueden dar claras ideas de fraseos, y otras notaciones posteriores indican el uso de modos rítmicos. La simplicidad del canto,, con la voz al unísono y la declamación natural es muy común. La notación de la polifonía se va desarrollando, y su asunción significa que las primeras prácticas formales se inician en ese periodo. La armonía, con intervalos consonantes de quintas justas, octavas (y después, cuartas justas) comienza a escribirse. La notación rítmica permite complejas interacciones entre múltiples líneas vocales de un modo repetible. El uso de múltiples textos y la notación del acompañamiento instrumental se desarrolla al fin de la era.
Instrumentos
Uno de los puntos que aun se resisten en la reconstrucción de la música medieval es el que se refiere al uso de los instrumentos musicales, de los cuales se conservan infinidad de referencias documentales, sea a través de la literatura y la poesía, como de relieves, esculturas, libros miniados.
La certidumbre de que los instrumentos musicales se utilizaban mucho más de lo oficialmente aceptado hasta hoy lleva a ciertos investigadores a sospechar que aun en la órbita del canto gregoriano es posible que se hayan usado más de lo que alguna documentación lo indica, claro que contrariando la tradición de la Iglesia.
Todo lleva a considerar que su instrumental fue bastante nutrido y tímbricamente variado: arpas, viela o fidel (instrumento de cuerda con arco), organistrum, salterio y laúd, entre los de cuerda más comunes. Entre los vientos: flautas, shawns (variedad de oboe), trompetas, cornos, bagpipe (gaita). También, distintos tipos de instrumentos percusivos, variedad de tambores y, además del gran órgano de iglesia, dos pequeños tipos de órganos portátiles. Parte de estos instrumentos llegan a Europa desde Asia, vía Bizancio, pero asimismo a través de los árabes, por Africa del Norte y España.
Una especie instrumental de la que se tiene referencia a partir de los siglos XIII y XIV es la estampida, música para acompañar la danza, a veces monódica y otras polifónicas. Y aquí tocamos el punto en que es ya preciso pasar a otra de las más grandes y fructíferas creaciones del genio occidental, la polifonía, cuyo surgimiento y primer florecimiento se produce en la Edad Media.

Continuando con el tema de este mes, el próximo domingo 10 vamos a escuchar un concierto en el Museo Nacional de Bellas Artes, a cargo de una orquesta sinfónica, que reunirá obras que, de alguna manera, contiene elementos de lo popular, lo cual, en definitiva, no deja de ser universal… no creen?

lunes, 4 de junio de 2007

¿La clásica popular o la popular clásica?II

Queridos amigos...

Transcribo a continuación un texto del libro "Free-play, la improvisación en la vida y en el arte" de Stephen Nachmanovitch:

"En cierto sentido, todo arte es improvisación. Algunas improvisaciones se presentan ya enteras y de inmediato; otras son "improvisaciones ayudadas", que han sido corregidas y reestructuradas durante un período de tiempo antes de que el público llegue a disfrutar de la obra. Un compositor que escribe en el papel de todas maneras improvisa al comienzo (aunque solo sea mentalmente), luego toma los productos de la improvisación y los refina y les aplica una técnica y una tecla. "Componer", escribe Arnold Shoenberg, "es una improvisación lentificada; a veces no se puede escribir lo suficientemente rápido como para seguir el ritmo del flujo de ideas". Las obras de arte terminadas que vemos y podemos llegar a amar profundamente son, en cierto sentido, las reliquias o huellas de un viaje que fue. Lo que alcanzamos a través de la improvisación es el sabor del viaje mismo.
La improvisación es la forma más natural y extendida de hacer música. Hasta el siglo pasado, era parte integrante hasta de nuestra tradición musical culta en Occidente. Leonardo Da Vinci fue uno de los más grandes improvisadores en viola da braccio, y junto con sus amigos puso en escena óperas cuya música y letra se inventaban en el momento. En la música barroca el arte de tocar instrumentos de teclado a partir de un "bajo figurado" (un bosquejo armónico que el ejecutante completa según su fantasía del momento) se parecía al arte del moderno músico de jazz de tocar sobre temas, motifs, o cambios de cuerda. En la época clásica las cadencias del violín, el piano y otros concerti se improvisaban, dando oportunidad al ejecutante de poner su propio caudal creativo al servicio de la obra de arte en conjunto. Tanto Bach como Mozart tenían renombre como improvisadores muy libres, ágiles e imaginativos, y hay muchas historias, a la vez conmovedoras y divertidas, con respecto a sus hazañas en este campo. Beethoven, cuando por primera vez llegó a Viena, adquirió fama como asombroso improvisador, y más tarde como compositor.
Mozart fue tal vez el más grande improvisador con papel y pluma. A menudo escribía sus partituras directamente en limpio, inventando la música todo lo rápido que le permitía la pluma y casi sin tachar una línea.
La sala de conciertos formal que se impuso en el S. XIX fue terminando gradualmente con la improvisación. La era industrial trajo con ella un excesivo énfasis en la especialización y el profesionalismo en todos los campos de la vida. La mayoría de los músicos se redujeron a la ejecución nota por nota de las partituras escritas por un puñado de compositores que de alguna manera tenían acceso al misterioso y divino proceso creativo. La composición y la ejecución se separaron progresivamente una de la otra, en detrimento de ambas. Las formas clásica y popular también se apartaron cada vez más una de la otra, con el mismo resultado. Lo viejo y lo nuevo perdieron su continuidad. Entramos en un período en que los que iban a los conciertos llegaron a creer que el único compositor bueno era el compositor muerto.
La improvisación reapareció en este siglo, notablemente en el campo del jazz. Más tarde en este mismo siglo, la música de la India y otras tradiciones improvisatorias llevaron nuevamente a los músicos a los placeres de la creación espontánea. Más allá de estas formas de improvisación sobre un tema o dentro de un estilo determinado de improvisación libre y la invención de estilos nuevos y personales de creación artística están tomando cuerpo. Hoy muchos artistas se reúnen en conjuntos de cámara para la improvisación.
El arte visual tuvo su tradición de "automatismo"; pintores como Wassily Kandinsky, Yves Tanguy, Joan Miró y Gordon Onslow Ford se acercaron a la tela sin tema preconcebido, pero permitiendo que afloraran los colores y las formas que tenían dentro, desde las espontáneas e intuitivas expresiones del inconsciente. En "Improvisaciones", que brindó el escenario para gran parte del arte del S XX, Kandinsky se vio a sí mismo retratando estados y transformaciones espirituales a medida que ocurrían. En todas estas formas de expresión hay una experiencia unificadora que es la esencia del misterio creativo. El centro de la improvisación es el libre juego de la conciencia mientras dibuja, escribe, pinta y ejecuta la materia prima que surge del inconsciente. Este juego implica un cierto grado de riesgo.
Toda acción puede practicarse como un arte, como un oficio o como un trabajo penoso.
¿Cómo se aprende a improvisar? ¿O, en todo caso, cómo se aprende cualquier arte? ¿O cualquier cosa? Aquí encontramos el elemental doble vínculo: vaya y dígale a alguien: "¡Sé espontáneo!". O trate de que alguien se lo diga a usted. Nos sometemos a maestros de música, de baile o de taller literario que pueden criticar o sugerir. Pero por debajo de todo eso lo que realmente nos piden es que "seamos espontáneos", que "seamos creativos". Y eso, por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo.
¿Cómo se aprende a improvisar? La única respuesta es otra pregunta: ¿Qué nos lo impide? La creación espontánea surge de lo más profundo de nuestro ser y es inmaculada y originalmente nosotros mismos. Lo que tenemos que expresar ya está con nosotros, es nosotros, de manera que la obra de la creatividad no es cuestión de hacer venir el material sino de desbloquear los obstáculos para su flujo natural.
Por lo tanto no hay forma de hablar del proceso creativo sin mencionar su opuesto: todo ese asunto pegajoso y resbaladizo de los atascamientos; esa intolerable sensación de estar trabado, de no tener nada que decir.
La única forma de salir de la complejidad es a través de ella. En última instancia, las únicas técnicas que pueden ayudarnos son las que inventamos nosotros mismos...

Me quedo con esta frase: "la creación espontánea surge de lo más profundo de nuestro ser y es inmaculada y originalmente nosotros mismos..."

… porque el tema que ocupó el mes de mayo y que continuará en junio hace alusión en forma directa a este texto, ya que la música clásica nació en su momento de la música popular, y ésta, a su vez, fue improvisación en su origen… como también sucede en la creación de música clásica por parte de sus compositores en muchos casos…