Queridos amigos…
Nuestro próximo encuentro será con la música y con la improvisación, de la cual venimos hablando. La creatividad está muy ligada a ella, porque justamente aparece frente a “lo diferente”, a lo que nos desconcierta tal vez, o a lo que no conocemos.
Nos vincularemos con la música de una manera sencilla y placentera, simplemente dejándonos guiar por el momento presente. Estos encuentros tienen como uno de sus objetivos incorporar elementos que lleven a nuestra vida cotidiana la sensación de “ser dueños de diversas situaciones”, de sentirnos en nuestro propio centro.
La creatividad que todos tenemos está muy relacionada con el juego y es natural en el ser humano. En nuestra primera relación con nuestra madre establecimos el vínculo con el mundo, y en ese “ida y vuelta” aprendimos a ser creativos también.
La creatividad surgida a través de la escucha de la música no es verbal, porque allí no hay palabras, pero está toda la riqueza de nuestra imaginación al servicio de la expresión a través del cuerpo.
A continuación, algunos fragmentos del libro “Free-play, la improvisación en la vida y en el arte” (S. Nachmanovitch):
“La palabra “crear” viene de “hacer crecer”. Cultivamos o desarrollamos una serie de reglas para incorporar el despliegue de nuestra imaginación. Creamos nuevas reglas de progresión, nuevos canales por donde puede fluir el juego.”
“Descubro que he puesto a la luz un sentimiento muy antiguo, algo que siempre estuvo conmigo pero nunca afloró”
“Cuando todo se ubica en su lugar, en esos momentos en que llegan las lágrimas, lo que siento no es solo la satisfacción de algo realizado, sino que más bien percibo en forma directa que el mundo es uno, que me he conectado con el mundo”
“La improvisación colectiva libre en la actuación, la música, la danza o el teatro nos introduce en clases de relaciones humanas totalmente nuevas y frescas armonìas, ya que la estructura, la forma de expresión y las reglas no son dictadas por una autoridad, sino por los jugadores”
Nuestra forma cotidiana de vida nos aleja con sus demandas continuas de consumo indiscriminado a alejarnos de nuestro propio ser, de nuestros sentimientos, de nuestras necesidades.
La música puede ser escuchada en cualquier momento, pero si nos regalamos un momento especial con otras personas y en un lugar apropiado, podremos por ejemplo, escuchar estando relajados, y, de esta manera, percibir sonidos o detalles que no logramos si estamos en estado de vigilia.
Al escuchar de esta manera, nuestra mundo de imágenes se despliega libremente y entonces podemos empezar a crear en ese “ida y vuelta” entre la música y nosotros mismos. Luego, ya en compañía de nuestros compañeros en la experiencia, podemos construir entre todos una forma de expresión única e irrepetible que nos representa a todos y que, justamente por esa razón, nos hace sentir muy bien.
Podemos entonces compartir la emotiva belleza de un pasaje con otros y, a la vez, “ser parte” de otra creación: esta vez la propia.